miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA LUCHA DESIGUAL DE DAVID CONTRA GOLIAT, Y OTRAS LUCHAS SIMILARES


Por: José Márquez Ceas
MBA, Economista

         
         La Biblia narra el enfrentamiento desigual entre el pequeño pastor, David (1040-966 a.C.), y Goliat, el gigantesco guerrero campeón de los filisteos. En tiempos del Rey Saúl, Isaí, el padre de David, era de edad muy avanzada y tenía ocho hijos de los cuales el primogénito, Eliab, y los dos hijos siguientes, Abinadab y Sama, habían marchado a la guerra con el ejército de Saúl.  El hijo menor, David, se presentaba periódicamente en el campamento de Saúl para averiguar sobre sus hermanos y luego regresaba a Belén a informar a Isaí y a cuidar las ovejas.

         Fue así como David se enteró de que durante 40 días Goliat había estado desafiando a Saúl y a los adalides del ejército israelita, quienes, temerosos, habían rehusado todo enfrentamiento. Pero, David salvó el honor de Israel aceptando el reto del gigante Goliat. David dirigió una oración a Dios, tomó su bastón, fue al río, escogió cinco piedras lisas y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano se acercó a Goliat, sacó una piedra y con la honda se la lanzó al filisteo hiriéndolo en la frente. Goliat cayó de bruces al suelo y David corrió a su lado, le quitó la espada y, desenvainándola, lo remató con ella y le cortó la cabeza.

         La historia y la literatura nos presentan tambien ejemplos como el de David. Así vemos en el canto IX de la Odisea de Homero, la lucha desigual entre el astuto Odiseo, y Polifemo, uno de los gigantescos y sanguinarios habitantes de la isla de los cíclopes. El cíclope encontró a Odiseo y sus compañeros consumiendo sus provisiones en la cueva que era su hogar, los encerró a todos tapiando la entrada con enormes rocas para que no escaparan, y cada vez que sentía hambre sacaba a uno de ellos y lo devoraba.
        
         Cavilando sobre la forma de escapar del cautiverio y de una muerte segura, Odiseo le ofreció al cíclope un barril de vino fuerte sin aguar. Cuando Polifemo le preguntó su nombre, Odiseo le dijo que se llamaba ουτις (outis), que en griego antiguo se puede traducir como «Ningún hombre» o «Nadie». Cuando el gigante, borracho, cayó dormido, Odiseo y sus hombres tomaron la lanza del cíclope, la fraguaron en la hoguera y la clavaron en el único ojo que Polifemo tenía en la frente. Éste empezó a gritar a los demás cíclopes diciendo que «Nadie» le había enceguecido. Todos entendieron que Polifemo se había vuelto loco y concluyeron que había sido maldecido por un dios y por tanto no intervinieron. Por la mañana, Odiseo ató a sus hombres y a sí mismo al vientre de las ovejas y escaparon cuando el cíclope llevó a sus ovejas a pacer. 

         Un tercer ejemplo de lucha desigual proviene del mundo literario, es el del Pescador y el Genio –cuento de la Mil y una Noches. Luego de varios intentos el pescador lanza la red al mar y arrastrándola dificultosamente hasta la orilla encuentra un jarrón de cobre dorado cuya boca estaba cerrada con una placa de plomo con el sello de Salomón, hijo de David. Al abrirlo, surge una columna de humo que se eleva muy alto y que al condensarse toma la forma de un gigantesco efrit (un genio), que amenaza de muerte al pescador.

         Después de agotar sus argumentos y ver que no puede convencer al efrit y que éste persiste en matarle, el pescador piensa en utilizar su perspicacia. Entonces, invocando el nombre del altísimo grabado en el sello de Salomón, requiere al genio a que le explique cómo puede caber en un recipiente tan pequeño cuando solamente una de sus manos o pies lo puede llenar.

         A la pregunta del efrit de que si dudaba, el pescador contestó que sí y que sólo puede creer si lo mira con sus propios ojos entrar en el jarrón. Entonces el genio se convierte en una columna de humo que comienza a condensarse y empequeñecer, entrando en el jarrón. De inmediato el pescador toma el pomo de plomo con el sello de Salomón, cierra el jarrón y lo lanza en la parte más profunda del mar, librándose astutamente de una muerte que consideraba segura.
         
         También son ejemplos de luchas desiguales, los siguientes: (1) San Jorge (siglo III d.C.), que lucha y mata al gigantesco y sanguinario dragón que asolaba a la población del reino de Silene, en Libia, logrando rescatar a la princesa, hija del rey; y (2) Sigfrido, el héroe que mata al dragón custodio del mítico Tesoro de los Nibelungos. El Cantar de los Nibelungos, relata que la sangre del dragón con la que se bañó Sigfrido le otorgó la invulnerabilidad, excepto en la parte de su espalda donde se posó la hoja de un árbol y marcó su único punto mortal.

         Otro ejemplo de lucha desigual es el de Jack, el de las cinco habichuelas mágicas, y el ogro. La vaca que su madre le pidió vender es cambiada por Jack por cinco habichuelas supuestamente mágicas, que la madre arrojó furiosa pensando que Jack ha sido timado. A la mañana siguiente Jack ve los enormes tallos que han nacido de las habichuelas y que suben más allá de las nubes. Jack trepa por los tallos que le conducen al palacio de un ogro gigante y sanguinario. Corriendo el riesgo de ser descubierto y perder la vida a manos del monstruo, roba, en sucesivos viajes: una bolsa con monedas de oro, una gallina que pone huevos de oro, y un arpa con una caja mágica que deja caer una moneda de oro cada vez que se abre su tapa. Estos enseres eran propiedad del ogro, que persigue a Jack para matarlo. En la persecución, el ogro muere al caer porque en su huida Jack corta los tallos de las habichuelas.

         El relato de David ilustra la fe en Dios, el coraje y el valor que deben anteponerse al temor, para vencerlo. Su lucha desigual contra Goliat muestra la calidad humana de quien llegaría a ser el gobernante y profeta más importante y significativo de Israel, y padre de otro gran rey, Salomón. David logró unificar y expandir el territorio de Israel, hasta comprender las ciudades de Jerusalén, Samaria, Petra, Zabah, y Damasco.

         La lucha de Odiseo contra el cíclope Polifemo ilustra la audacia y el valor, pero sobre todo la astucia del divino Odiseo, rey de Ítaca y uno de los principales héroes vencedores de Troya.

         Los relatos de Sigfrido y San Jorge son ejemplos claros de la lucha sin cuartel librada por el bien contra las fuerzas del mal, representadas por los gigantescos y sanguinarios dragones.

         Finalmente, la saga de Jack, quien casi perece a manos del ogro en su última aventura, nos transmite el mensaje de que es el trabajo digno, y no el robo, la vía segura que debe permitirnos obtener las cosas que deseamos o necesitamos en la vida.

         Estos relatos nos enseñan: que el tamaño descomunal e intimidante del adversario; el uso de la fuerza bruta; el atropello, la prepotencia y la tiranía, actitudes de las cuales muchos individuos hacen gala hoy en día impúdicamente, no debe causarnos temor ni paralizar nuestras acciones.

         En las luchas desiguales que nos toque librar alguna vez, tendremos que oponer, de manera sosegada, nuestra inteligencia, valor, audacia, astucia, prudencia y serenidad. Estos son los elementos que deberán nutrir nuestras decisiones, para enfrentar adecuadamente cualquier situación estresante que se presente, por muy difícil y amenazadora que sea.








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