jueves, 7 de septiembre de 2017


EL ENIGMA DEL ARCHIDUQUE MAXIMILIANO DE HABSBURGO

El Primer Imperio Mexicano nació como resultado del movimiento independentista de la Nueva España. Este imperio duró desde la firma de los Tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821, en los que se reconocía la independencia y la soberanía del territorio que antes representaba la Nueva España, hasta la proclamación del Plan de Casa Mata y la instauración de la República Federal en febrero 1823.

En diciembre de 1822, los generales Antonio López de Santa Anna y Guadalupe Victoria redactaron y firmaron el Plan de Casa Mata. En febrero 1823 se produjo una rebelión apoyada por Vicente Guerrero, quien había apoyado la coronación de Iturbide, exigiendo que se reinstalara el Congreso, se anulara el Imperio de Agustín I y que la monarquía deviniera en República,

La rebelión republicana amparada por el Plan de Casa Mata tomaría el poder, instaurando el sistema republicano federal en México en 1824, dando fin al Primer Imperio, y el inicio de la Primera República Federal de los Estados Unidos Mexicanos amparada en la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos promulgada en octubre 1824.

Producido el Golpe de Estado, finalizó el mandato de Iturbide abdicando la corona en el Congreso el 19 de marzo 1823, embarcándose hacia Europa el 11 de mayo 1823.

En 1864 daría inicio un nuevo imperio, con Maximiliano de Habsburgo como emperador. Como Maximiliano y su esposa, Carlota de Bélgica, no podían tener niños, decidieron otorgar privilegios especiales a dos nietos de Iturbide, tomándolos bajo su tutela y nombrándolos príncipes del Segundo Imperio Mexicano, herederos de Maximiliano para el caso de que éste no tuviese descendencia legítima.

Los textos de Historia nos han enseñado que el Segundo Imperio Mexicano murió con el fusilamiento del emperador Maximiliano I de México, en el cerro de las campanas en Querétaro en 1867. Aquel hombre descendiente de una de las grandes casas de Europa, los Habsburgo, fue puesto como Emperador de México por recomendación de Napoleón III de Francia, para intervenir en el gobierno liberal de Benito Juárez, e intentar frenar los intereses expansionistas de Estados Unidos en América.

Cuando Maximiliano de Habsburgo fue traicionado por los grupos de conservadores que originalmente lo había traído a México para ser el Emperador del País y abandonado por la fuerzas militares de Napoleón III, su fortaleza se vio debilitada y su poder pasó a ser parte de la historia.

Maximiliano fue detenido junto con sus seguidores Tomás Mejía y Miguel Miramón y encerrados en el convento del Templo de las Capuchinas en la ciudad de Querétaro. El 19 de junio 1867, fueron fusilados por los soldados republicanos del ejercito del general Mariano Escobedo en el Cerro de las Campanas en la Ciudad de Querétaro.

Sin embargo, existe una teoría que plantea que Maximiliano I en realidad no fue fusilado. Se cuenta que Juárez lo único que deseaba era matar al "emperador", pero no al hombre, ya que ambos eran hermanos masones.  Maximiliano era Masón grado 18 y Benito Juárez, era Masón grado 9, y entre hermanos masones no se podían matar. De esta manera, a cambio de no revelar su identidad, Juárez le perdonó la vida a Maximiliano y le dio un salvoconducto para que se fuera hacia El Salvador para que ahí viviera por el resto de sus días, bajo el nombre de Justo Armas.

Justo Armas ya estaba en El Salvador en 1870; desde que fue acogido por el vicepresidente Gregorio Arvizú, quien también era masón. Armas se movía en la alta sociedad salvadoreña y fue asesor de políticos y presidentes hasta su muerte, además de ser encargado de dirigir los banquetes diplomáticos. Llamaba la atención por ser un caballero culto, elegante y educado, que a pesar de su aspecto impecable siempre andaba descalzo, lo que él explicaba diciendo que en un gran peligro de muerte le hizo una promesa a la Virgen de caminar descalzo por el resto de sus días, si le salvaba la vida.

El parecido entre Maximiliano y Justo Armas era impresionante, y la llegada de Armas a El Salvador coincidió con la ¨muerte oficial¨ del archiduque, incluso muchos cuestionaban sobre la llegada de ese extranjero y su gran parecido con el emperador. La historia que contaba Justo Armas era que había sido el último sobreviviente de un naufragio del cual nadie sabía. No le gustaba hablar nada más sobre su pasado.

El arquitecto e investigador salvadoreño Rolando Ernesto Deneke reunió la información anterior sobre Armas y dedicó parte de su vida a investigar la leyenda de Maximiliano I. Durante más de 15 años reunió pruebas que demostraron que esta teoría puede ser cierta, que Maximiliano de Habsburgo vivió 60 años en El Salvador, y murió en paz, en 1936, a la edad de 104 años. Entre los muchos datos que refuerzan esta teoría están los siguientes :

 (1) cuando Maximiliano fue fusilado, diversos gobiernos de Europa exigieron que se les mandara el cuerpo, pero la cancillería de México ponía excusas para retrasar el envío. Cuando al fin mandaron el cuerpo de Maximiliano a Austria, se dice que su madre, lo único que dijo al verlo fue: “ese no es mi hijo".

(2)  En su investigación, Deneke obtuvo unos cubiertos en México que pertenecieron al emperador, y al compararlos con los de Justo Armas, se dio cuenta de que eran idénticos. Deneke viajó a Europa y los llevó a la Casa Christofle, quienes fabricaron los cubiertos, y ellos confirmaron que esas piezas habían sido creadas para Maximiliano I de México.

(3) Se realizó un estudio para comparar la caligrafía de Armas y Maximiliano en Florida, las cuales resultaron ser la misma letra.

(4) Con los restos de Armas y el de un pariente de Maximiliano por línea materna directa, se realizó una prueba de ADN que supuestamente resultó positiva.


Hace falta que los historiadores estudien las pesquisas de Deneke y se pronuncien sobre la veracidad o falsedad de la teoría. Hasta ahora sólo han habido críticas verbales desvirtuando la teoría, pero sin ninguna valoración histórica seria.

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