EL ENIGMA DEL ARCHIDUQUE
MAXIMILIANO DE HABSBURGO
El Primer Imperio Mexicano nació como resultado del
movimiento independentista de la Nueva España. Este imperio duró desde la firma
de los Tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821, en los que se reconocía la
independencia y la soberanía del territorio que antes representaba la Nueva
España, hasta la proclamación del Plan de Casa Mata y la instauración de la
República Federal en febrero 1823.
En diciembre de 1822, los generales Antonio López de Santa Anna
y Guadalupe Victoria redactaron y firmaron el Plan de Casa Mata. En febrero 1823
se produjo una rebelión apoyada por Vicente Guerrero, quien había apoyado la coronación
de Iturbide, exigiendo que se reinstalara el Congreso, se anulara el Imperio de
Agustín I y que la monarquía deviniera en República,
La rebelión republicana amparada por el Plan de Casa Mata
tomaría el poder, instaurando el sistema republicano federal en México en 1824,
dando fin al Primer Imperio, y el inicio de la Primera República Federal de los
Estados Unidos Mexicanos amparada en la Constitución Federal de los Estados
Unidos Mexicanos promulgada en octubre 1824.
Producido el Golpe de Estado, finalizó el mandato de Iturbide
abdicando la corona en el Congreso el 19 de marzo 1823, embarcándose hacia
Europa el 11 de mayo 1823.
En 1864 daría inicio un nuevo imperio, con Maximiliano de
Habsburgo como emperador. Como Maximiliano y su esposa, Carlota de Bélgica, no
podían tener niños, decidieron otorgar privilegios especiales a dos nietos de
Iturbide, tomándolos bajo su tutela y nombrándolos príncipes del Segundo
Imperio Mexicano, herederos de Maximiliano para el caso de que éste no tuviese
descendencia legítima.
Los textos de Historia nos han enseñado que el Segundo
Imperio Mexicano murió con el fusilamiento del emperador Maximiliano I de
México, en el cerro de las campanas en Querétaro en 1867. Aquel hombre
descendiente de una de las grandes casas de Europa, los Habsburgo, fue puesto
como Emperador de México por recomendación de Napoleón III de Francia, para
intervenir en el gobierno liberal de Benito Juárez, e intentar frenar los
intereses expansionistas de Estados Unidos en América.
Cuando Maximiliano de Habsburgo fue traicionado por los
grupos de conservadores que originalmente lo había traído a México para ser el
Emperador del País y abandonado por la fuerzas militares de Napoleón III, su
fortaleza se vio debilitada y su poder pasó a ser parte de la historia.
Maximiliano fue detenido junto con sus seguidores Tomás
Mejía y Miguel Miramón y encerrados en el convento del Templo de las Capuchinas
en la ciudad de Querétaro. El 19 de junio 1867, fueron fusilados por los
soldados republicanos del ejercito del general Mariano Escobedo en el Cerro de
las Campanas en la Ciudad de Querétaro.
Sin embargo, existe una teoría que plantea que Maximiliano I
en realidad no fue fusilado. Se cuenta que Juárez lo único que deseaba era
matar al "emperador", pero no al hombre, ya que ambos eran hermanos masones.
Maximiliano era Masón grado 18 y Benito
Juárez, era Masón grado 9, y entre hermanos masones no se podían matar. De esta
manera, a cambio de no revelar su identidad, Juárez le perdonó la vida a
Maximiliano y le dio un salvoconducto para que se fuera hacia El Salvador para
que ahí viviera por el resto de sus días, bajo el nombre de Justo Armas.
Justo Armas ya estaba en El Salvador en 1870; desde que fue
acogido por el vicepresidente Gregorio Arvizú, quien también era masón. Armas se
movía en la alta sociedad salvadoreña y fue asesor de políticos y presidentes
hasta su muerte, además de ser encargado de dirigir los banquetes diplomáticos.
Llamaba la atención por ser un caballero culto, elegante y educado, que a pesar
de su aspecto impecable siempre andaba descalzo, lo que él explicaba diciendo
que en un gran peligro de muerte le hizo una promesa a la Virgen de caminar
descalzo por el resto de sus días, si le salvaba la vida.
El parecido entre Maximiliano y Justo Armas era
impresionante, y la llegada de Armas a El Salvador coincidió con la ¨muerte
oficial¨ del archiduque, incluso muchos cuestionaban sobre la llegada de ese
extranjero y su gran parecido con el emperador. La historia que contaba Justo
Armas era que había sido el último sobreviviente de un naufragio del cual nadie
sabía. No le gustaba hablar nada más sobre su pasado.
El arquitecto e investigador salvadoreño Rolando Ernesto Deneke
reunió la información anterior sobre Armas y dedicó parte de su vida a
investigar la leyenda de Maximiliano I. Durante más de 15 años reunió pruebas
que demostraron que esta teoría puede ser cierta, que Maximiliano de Habsburgo
vivió 60 años en El Salvador, y murió en paz, en 1936, a la edad de 104 años. Entre
los muchos datos que refuerzan esta teoría están los siguientes :
(1) cuando
Maximiliano fue fusilado, diversos gobiernos de Europa exigieron que se les
mandara el cuerpo, pero la cancillería de México ponía excusas para retrasar el
envío. Cuando al fin mandaron el cuerpo de Maximiliano a Austria, se dice que
su madre, lo único que dijo al verlo fue: “ese no es mi hijo".
(2) En su
investigación, Deneke obtuvo unos cubiertos en México que pertenecieron al
emperador, y al compararlos con los de Justo Armas, se dio cuenta de que eran
idénticos. Deneke viajó a Europa y los llevó a la Casa Christofle, quienes fabricaron
los cubiertos, y ellos confirmaron que esas piezas habían sido creadas para
Maximiliano I de México.
(3) Se realizó un estudio para comparar la caligrafía de
Armas y Maximiliano en Florida, las cuales resultaron ser la misma letra.
(4) Con los restos de Armas y el de un pariente de
Maximiliano por línea materna directa, se realizó una prueba de ADN que supuestamente
resultó positiva.
Hace falta que los historiadores estudien las pesquisas de
Deneke y se pronuncien sobre la veracidad o falsedad de la teoría. Hasta ahora sólo han habido críticas verbales desvirtuando la teoría, pero sin
ninguna valoración histórica seria.
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