sábado, 30 de septiembre de 2017

LOS REYES CAPETOS Y EL FINAL DE LOS TEMPLARIOS Y CÁTAROS

Por: José Márquez Ceas
MBA, Economista

El escritor francés, Maurice Druon (1918-2009), publicó entre 1955 y 1977 su novela histórica en siete tomos, con el título ¨Los Reyes Malditos¨. La saga escrita por Druon trata sobre los últimos cinco reinados de la dinastía capeto y la leyenda de la maldición que el último Gran Maestre de los Templarios, Jacobo de Molay (quemado en la hoguera el las prédicas de Santo  esto maraque estentos enusando n las prioridades las prédicas de Santo  esto maraque estentos enusando n las prioridades 18 marzo 1314), lanzó en contra de sus verdugos, el Rey Felipe IV de Francia -conocido como ¨Felipe el Hermoso¨ (1285-1314)- y el Papa Clemente V (1305-1314). A los trágicos y sangrientos acontecimientos narrados por Druon he agregado, por tratarse de sucesos parecidos, la persecución de los reyes franceses en contra de los cátaros, y su exterminio por orientación de la iglesia católica romana. 

Desde una hoguera en una pequeña isla sobre el Río Sena, frente a la Catedral de Notre Dame, Jacobo de Molay cita al Rey Felipe IV y al Papa Clemente V, a comparecer ese mismo año (1314) frente al tribunal de Dios, para responder por las acusaciones que condujeron a la supresión de la Orden del Temple y a la quema de varios de sus miembros y altos dignatarios, incluido el propio de Molay.  Coincidencia o no, lo cierto es que Clemente V muere antes de 40 días (20 abril 1314) y Felipe IV antes de terminar el año (29   noviembre 1314).
     
Apenas veinte años después de la muerte de Luis IX, ocurrida en 1270, los cristianos pierden su último reducto en Tierra Santa al caer San Juan de Acre en manos musulmanas (1291). Con la caída de esa plaza termina el Reino Cristiano establecido en 1099 al triunfar la Primera Cruzada comandada por Godofredo de Bouillión. También, al caer San Juan de Acre los Templarios pierden el objetivo declarado de ser los protectores y defensores de los peregrinos en Tierra Santa. Para muchos historiadores este suceso marca el principio del fin de la orden templaria.

Después de Felipe IV sólo 4 reyes más se sucedieron en la dinastía capeto, incluyendo a Juan el Póstumo (1316-1316) hijo de Luis el Obstinado, quien sólo vivió y reinó por 5 días. El decimoquinto y último rey capeto fue Carlos IV (1322-1328).

Blanca (1328-1345), hija de Carlos IV y Juana de Everux, no pudo reinar porque doce años atrás había comenzado la aplicación de la Ley Sálica para el control de la sucesión de la corona, que prohibía que una mujer subiera al trono francés. Esa ley había sido aprobada para evitar que Juana II de Navarra, hija de Luis X de Francia (1314-1316), ocupara el trono.

Ya fuese por la maldición de Jacobo de Molay, como pretende la leyenda, o por simple casualidad, lo cierto es que varios acontecimientos trágicos ocurrieron con los últimos reyes capetos: los adulterios de las nueras de Felipe IV; la muerte del mismo Rey (1314); después, la muerte casi seguida de sus tres hijos: Luis el Obstinado (junio 1316), Felipe el Largo (enero 1322), y Carlos el Hermoso (febrero 1328), sin dejar descendencia masculina. Este hecho, unido a la vigencia de la Ley Sálica, ocasionó la extinción de la línea directa de los capetos en 1328. El trono francés fue ocupado entonces por los Valois, una rama de los capetos.

Otra leyenda dice que el 21 de enero de 1793, cuando la guillotina cortó la cabeza de Luis XVI, en la llamada ¨plaza de la revolución¨ bautizada después como Place de la Concorde, una voz potente surgió de la abigarrada multitud gritando ¡¡De Molay, De Molay...hoy has sido vengado¡¡. Luis XVI fue llamado despectivamente ¨Luis Capeto¨ por los revolucionarios, que equivale a decir ¨el ciudadano Capeto¨, pretendiendo con esa denominación despojar al Rey de su carácter real. Por otra parte, Luis XVI pertenecía a la rama Borbón de los capetos. 

Bajo el reinado de los capetos ocurrieron numerosos hechos sangrientos vinculados a la cruzada de exterminio orientada por la iglesia católica romana en contra de los cristianos heterodoxos del sur de Francia, conocidos como cátaros o puros, y también como albigenses (por su asentamiento en la ciudad de Albi).  
      
Los cátaros eran un movimiento de tipo social y religioso que basaba su fe en el evangelio de San Juan. La doctrina cátara era esencialmente gnóstica, vinculada al maniqueísmo (dualismo), movimiento espiritual al que perteneció Agustín de Hipona antes de abrazar la religión católica. Eran personas de valores espirituales elevados para quienes el alma era pura, mientras que la materia física era corrupta por naturaleza.

Al fracasar las prédicas de Domingo de Guzmán a los cátaros, se creó la Inquisición con el fin de suprimir ese y cualquier otro movimiento religioso que a juicio de la iglesia se considerara herético. La Inquisición fue creada por el Papa Gregorio IX (pontífice en 1227-1241) quien también canonizó en 1234 a Domingo de Guzmán. 

La persecución de los reyes capetos contra los cátaros comenzó en la segunda década del siglo XI y duró hasta finales de los años 40 del siglo XIII. Las primeras represalias ocurren bajo Berenguer Ramón I, conde de  Barcelona (1018-1035) y bajo el pontificado de Gregorio VII (1073-1085).

Sin embargo, las primeras hogueras se dan en Orleans (1022), Milán (1030) y en Tolosa (1115-1125). Ya bajo el reinado del capeto Luis VII (1137-1180) tienen lugar varias hogueras colectivas de cátaros en las regiones de Colonia y Lieja. Pero es bajo el reinado de Felipe II (Augusto), rey de Francia (1180-1223), que el Papa Inocencio III (pontífice en 1198-1216) ordena la cruzada contra los albigenses o cátaros.


Como resultado, ocurre la masacre de Béziers (1209), donde el jefe agresor consulta al legado papal Almalric sobre cómo reconocer a los ciudadanos que no son cátaros, para no matarlos, y éste responde con una frase lapidaria recogida por la historia: "Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos"

Se cuenta que murieron en un solo día casi 17,000 personas: hombres, mujeres, niños, ancianos, cátaros y no cátaros. Siguen, la caída de Carcassona (1209); la conquista de Lavaur (1211); y las conquistas de Termes y  Minerve (1211). En las acciones bélicas de 1209-1211 se llevaron a cabo numerosas hogueras en las que murieron alrededor de 600 cátaros.

Bajo el reinado de Luis IX (San Luis) (1226-1270) y los pontificados de Gregorio IX (1227-1241), Inocencio IV (1243-1254), Alejandro IV (1254-1261), Urbano IV (1261-1264) y Clemente IV (1265-1268), se consolida la represión más cruda de la iglesia católica romana en contra de los cátaros. 

El 13 de mayo de 1239, en una hoguera en Mont-Aimé (Champaña), son quemados 183 cátaros. El 13 de marzo de 1244 son quemados 220 cátaros en la ladera de Montségur, que la leyenda consagra como el lugar donde se custodiaba el Santo Grial, el cual supuestamente fue puesto a resguardo usando los pasadizos y rutas secretas sólo conocidos por los iniciados cátaros.


En 1245 la iglesia cátara es desmantelada y su jerarquía huye a Lombardía. En 1249 son quemados, en Agen, 80 cátaros. Finalmente, bajo el reinado de Felipe IV ¨El hermoso¨, se registra la última hoguera francesa de cátaros de la ciudad de Carcassona, donde son quemados 3 creyentes. 
       
A finales del siglo XIII, el catarismo está prácticamente desarticulado en Francia. Sin embargo, durante los primeros años del siglo XIV, el notario de Ax, Peire Autier y su hermano Guillem, organizan clandestinamente la Iglesia cátara en Occitania, la cual permanece vigente hasta que en agosto de 1309 Peire es detenido y quemado en la hoguera, en Tolosa, el 10 de abril de 1310.

Con la caída de los hermanos Autier, muchos cátaros emigran, cruzando los Pirineos, hacia la Corona de Aragón para instalarse en ciudades de Cataluña y Valencia. Entre ellos estaba Guilhem Bélibaste, conocido como ¨el último cátaro¨, quien muere el 24 de agosto de 1321 en una hoguera en el castillo de Vila Roja-Termenès, a donde había sido conducido como prisionero. Con la muerte de Bélibaste, queda desarticulada la última comunidad cátara de occidente.

Una tradición conservada dice que Bélibaste, antes de morir en la hoguera, pronunció la enigmática frase: “Después de 700 años, reverdecerá el laurel”. Algunos simpatizantes del catarismo sostienen que esa frase encierra una profecía que se cumplirá en el año 2021, cuando se cumplan 700 años de pronunciada, y que el símbolo del laurel reverdecido se refiere al resurgimiento de los cátaros y a un nuevo comienzo para la Humanidad. 
     
La Historia consignó con su pluma indeleble los hechos sangrientos cometidos por los reyes franceses y los papas de Roma contra los templarios y cátaros, como resultado del fanatismo religioso y político imperante. Y es que el fanatismo ha corrompido al hombre en el pasado y lo sigue corrompiendo hoy, y por esa razón debemos librar una lucha sin cuartel en su contra, sembrando la tolerancia en el corazón y la mente de los seres humanos donde quiera que sea posible.


(Artículo publicado en la edición de agosto 2017 de la Revista Vox Populi, de la ciudad de Matagalpa, Nicaragua)

LA AVENIDA ROOSEVELT INTERSECCIÓN CON LA PRIMERA CALLE NORTE, Y UN RESUMEN DE MI CURRICULO LABORAL

Por: José Márquez Ceas




















Las dos fotos de este post son parte de mi archivo de fotos del terremoto de diciembre 1972, que destruyó la ciudad de Managua, Capital de Nicaragua.

En ambas foto se ve la Avenida Roosevelt y la intersección de la Primera Calle Norte. La Roosevelt comenzaba en la llamada Plaza de la República, frente a la Catedral Metropolitana de Managua y al Palacio Nacional.

Estas dos fotos las tomé subiendo de norte a sur. En la foto de la izquierda se ve, en primer plano, una parte del Edificio Adela (en la esquina), donde estuvieron las oficinas del Banco de América. En la esquina opuesta vemos, en la foto de la derecha, el edificio de Carlos Cardenal, que tenía la tienda comercial con la primera escalera eléctrica en todo Managua. En la acera de Cardenal se mantenían los cambistas conocidos como ¨Los Coyotes¨. Esa esquina también era famosa porque entre noviembre y enero, cuando soplaban fuertes vientos, las damitas que circulan por la acera tenían que asir sus faldas para que no las levantaran los vientos.

Frente a Carlos Cardenal, en la esquina de la acera derecha de la Roosevelt y la Primera Calle Norte estaba SOVIPE (no se ve en las fotos). Frente a Cardenal, en la acera izquierda, estaba el Edificio Carlos, que era propiedad de Doña Anita Fernández de Holmann. Este edificio tenía 7 pisos, contando la planta baja. La planta baja y el primer piso estaban ocupadas por el First National City Bank, cuyo letrero se aprecia claramente en la foto. Otro piso estaba ocupado por las oficinas de Fabritex, compañía textil filial de Fabricato de Colombia. En otros pisos habían oficinas de la firma auditora Price Waterhouse y otras compañías.


Finalmente, el séptimo piso del Edificio Carlos estaba ocupado por la Corporación Nicaraguense de Inversiones (CNI), empresa para la cual me encontraba trabajando en 1972 al momento de ocurrir el sismo de diciembre. Yo había ingresado en la CNI en el año 1963. Fue mi primer trabajo.

La CNI era una empresa financiera organizada con capital nacional y extranjero. Contaba con líneas de crédito de varios bancos extranjeros importantes, que le permitieron financiar a muchas empresas nicaraguenses que eventualmente llegaron a ser empresas exitosas en el mundo empresarial nicaraguense. El Gerente General de la CNI era el Dr. Jorge Alberto Montealegre.


A comienzos de 1974 me trasladé de la CNI a CAPSA, donde permanecí como Gerente de Cartera y Recuperaciones hasta agosto 1979. En septiembre 1979 fui llamado por el Banco Central de Nicaragua (BCN), donde ocupé, durante unos meses, el cargo de Director de Control de Cambios. El BCN reconoció, para efecto de computar mi antigüedad, los 16 años que había trabajado en CNI y CAPSA, empresas privadas que pasaron al Sistema Financiero Nacionalizado. En el BCN me desempeñé por 24 años principalmente como Gerente del Área Internacional, cargo en el que permanecí hasta mi jubilación en octubre del año 2003.