SUPERANDO LA CREENCIA POPULAR EN ¨EL DESTINO¨
Por: José Márquez Ceas
MBA, Economista
En la mitología de los antiguos griegos el ¨destino¨ está representado por tres bellas hermanas conocidas como las Moiras, cuyos nombres son Cloto, Láquesis y Átropos.
Según la mitología helénica, las Moiras deparan la suerte y la desgracia a los seres humanos. Cloto y Láquesis se dedican sin descanso a hilar con una rueca y un huso el hilo de la vida de cada ser humano, y la edad que cada cual alcanza corresponde a la extensión del hilo tejido. Cuando Átropos corta uno de esos hilos, significa la muerte de la persona a la que corresponde el hilo cortado.
Los antiguos griegos tenían arraigada la idea de que ¨el fatum¨ o destino de los hombres no era construido por ellos mismos, sino que dependía del azar, de la voluntad de los dioses o de la fatalidad (de donde se deriva el término fatum). Esta concepción aparece claramente reflejada en la Ilíada, la inmortal obra del poeta Homero, donde vemos que los héroes aqueos y troyanos perecen o se salvan de la tragedia por intervención directa de los dioses olímpicos.
Como en el tiempo de los antiguos griegos, en la actualidad muchos individuos creen supersticiosamente que ¨el destino¨ es una fuerza desconocida e ineludible que actúa inevitable y compulsivamente sobre los acontecimientos, obligando a las personas a alcanzar un fin fatal que no ha sido propuesto ni escogido voluntariamente por ellas. Esa creencia es aprovechada por sujetos inescrupulosos que realizan prácticas comerciales fraudulentas en beneficio propio, explotando la credulidad popular.
Por eso vemos que abundan los videntes; agoreros; mediums; quirománticos; brujos y curanderos; vendedores de filtros, amuletos y talismanes; lectores de las manos, de la bola de cristal, de los posos de café, de las runas y del tarot; y astrólogos hacedores de cartas astrales y horóscopos. Estos sujetos anuncian ¨sus servicios¨ en las redes sociales, en los diarios, revistas, radio y televisión, y otros medios; y todos ellos obtienen pingües ganancias con esas prácticas.
La cultura occidental concibe la predestinación de manera fatalista como una situación donde el individuo no escoge libremente las decisiones que le llevan a la realización de su ser. El predestinado tiene trazado su destino de antemano y por esa razón actúa pasivamente realizando una tarea o un acto que al final puede ser digno de elogio, de repudio o de conmiseración. Además, muchos utilizan ¨el destino¨ (o la suerte) como un cómodo pretexto para ¨explicar y justificar¨ el fracaso propio y el éxito ajeno.
En la cultura oriental la inmensa mayoría de las personas cree en el ¨karma¨, concebido como una ley universal de causa y efecto que determina el destino de los individuos en esta vida y en las vidas futuras, según la doctrina de la reencarnación y la transmigración, que considera al Alma sujeta a un ciclo incesante de nacimiento, muerte y renacimiento (¨samsara¨), en un proceso continuo de depuración y refinamiento del ser.
Lo bueno es que este tipo de creencias y actitudes supersticiosas sobre el destino ha sido superado con las obras y el pensamiento de líderes religiosos, filósofos y literatos, que constituyen fuentes de inspiración e iluminación para el ser humano.
Para ilustrar este punto de vista permítanme citar dos frases acuñadas por dos intelectuales de renombre. La primera, corresponde a la última estrofa del poema Invictus, del poeta y editor británico, William Ernest Henley (1849-1903), poema cuyo texto es el siguiente:
¨Desde la noche que sobre mí se cierne,/ negra como su insondable abismo,/ agradezco a los dioses si existen,/ por mi alma invicta./ Caído en las garras de la circunstancia,/ nadie me vio llorar ni pestañear./ Bajo los golpes del destino,/ mi cabeza ensangrentada sigue erguida./ Más allá de este lugar de lágrimas e ira/ yacen los horrores de la sombra,/ pero la amenaza de los años,/ me encuentra, y me encontrará, sin miedo./ No importa cuán estrecho sea el camino,/ cuán cargada de castigo la sentencia./ Soy el dueño de mi destino,/ soy el capitán de mi alma./
Este bello poema inspiró al primer presidente negro de Sudáfrica y líder del movimiento Anti-Apartheid, Nelson Mandela (1918-2013), a templar su carácter y hacerlo fuerte e indoblegable a lo largo de su vida ejemplar, ayudándole a soportar su calvario de 27 años como preso político.
La segunda frase pertenece al escritor, poeta y periodista norteamericano Stephen Townley Crane (1871-1900). Se trata de una conocida frase que dice: ¨El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino ¨. Esta frase encierra una fuerza motivacional profunda, que ha sido inspiradora para muchas escuelas de autodesarrollo personal.
A la luz de estas dos frases puedo resumir mi posición sobre el destino, diciendo que los seres humanos no somos sujetos pasivos cuyas vidas dependen de los beneficios y de las penas o desgracias que asignan unas hipotéticas ¨moiras¨ o los ciegos impulsos de una ¨fuerza eterea¨ a la que llamamos ¨destino¨. Somos seres racionales con voluntad propia y con el poder de autodefinirnos y forjarnos a nosotros mismos, lo que nos capacita a construir nuestro propio destino.
El esfuerzo que hagamos en el proceso de construcción de nuestro ¨ser¨, además de ser constante debe ser de calidad, para que cuando alcancemos la etapa final de nuestra vida experimentemos satisfacción por nuestras realizaciones y un agradecimiento vivencial sincero como el que expresa el poeta mexicano Amado Nervo en su poema ¨En Paz, cuyo mensaje profundo está contenido en estas tres estrofas:
¨Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,/ porque nunca me diste ni esperanza fallida,/ ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/ porque veo al final de mi rudo camino/ que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/ que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,/ fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/ cuando planté rosales, coseché siempre rosas ¨./
Finalmente, desde un punto de vista espiritual y religioso, es importante que tengamos en cuenta las declaraciones del Pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, quien se ha proyectado como uno de los líderes religiosos más sabios y humildes de los últimos tiempos, un hombre que es poseedor de un interés genuino por el ser humano. Con la franqueza que lo caracteriza Francisco ha expresado lo siguiente:
¨Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides que tu vida es la mayor empresa del mundo. Sólo tu puedes evitar que ella vaya en decadencia. Me gustaría que recordaras que ser feliz, no es tener un cielo sin tempestades, camino sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones. Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el palco del miedo, amor en los desencuentros. Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones, y períodos de crisis. Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista para quien sabe viajar para adentro de su propio ser¨.
BUENÍSIMO
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