domingo, 6 de agosto de 2017

PARADIGMAS ECONÓMICOS

Por: José Márquez Ceas
MBA, Economista
05 agosto 2017


La ¨mano invisible¨ es la metáfora que Adam Smith (1723-1790), uno de los principales exponentes del paradígma económico clásico, utilizó en su obra ¨La riqueza de las naciones¨ (1776), para señalar que los mercados se autorregulan libremente y encuentran su propio equilibrio sin que sea necesario una intervención estatal, ya que esa autorregulación se logra por la intervención de una especie de ¨mano invisible¨.

Siguiendo a Smith, los economistas neoclásicos plantearon que el ¨pleno empleo¨ es ¨el nivel normal¨ al que opera la economía y que un alejamiento de dicho nivel sería corregido por los propios mercados a mediano plazo ajustando los desequilibrios temporales. La realidad ha demostrado que el ¨pleno empleo¨ y la ¨competencia perfecta¨ existen solamente en los libros de texto sobre economía.

La quiebra de la bolsa de Nueva York a partir del ¨lunes y martes negro¨ (28 y 29 de octubre de 1929), generó la crisis económica mundial conocida como la Gran Depresión. De hecho se produjeron crisis de varios tipos: crisis de sub-consumo, crisis de comercio internacional, crisis de especulación bursátil, crisis del sector financiero, y crisis industrial. Uno de los elementos que contribuyó al escalamiento de las crisis fueron las medidas proteccionistas que tomaron los países. La Gran Depresión supuso el derrumbe del sistema económico y financiero internacional y el descrédito de las teorías sobre autorregulación de los mercados, y eventualmente desembocó en la Segunda Guerra Mundial.

En la ¨Teoría general del empleo, el interés y el dinero¨ (1936), John Maynard Keynes (1883-1946), brindó una explicación lógica de la variación general de la actividad económica y planteó la solución al problema de la inflación o del desempleo. Para Keynes la demanda determinante es la demanda agregada de la economía, que es la suma del consumo, la inversión, el gasto público y el gasto del sector externo.

Keynes planteó que las teorías sobre autorregulación de los mercados no servían, porque los mercados por sí solos no arreglan los problemas de la economía sobre todo cuando esos mercados son asimétricos y están manipulados. Por ello abogó por la intervención estatal mediante políticas de estabilización macroeconómica, para corregir problemas de desempleo o inflación.

En 1973 surgió una nueva situación económica mundial con la crisis del petróleo y la estanflación  en Estados Unidos (la estanflación es el estancamiento de la producción con la presencia conjunta de desempleo e inflación). El paradigma keynesiano falló en resolver la coexistencia simultánea del desempleo y la inflación en la economía.

Las críticas que se hicieron a las políticas neokeynesianas contribuyeron al surgimiento de una corriente de la economía neoclásica: el ¨monetarismo¨. Esta corriente, encabezada por Milton Friedman, retomó el enfoque liberal de dejar a los mercados libres, con nula o escasa participación regulatoria o supervisora del estado, a lo cual se añadió el enfoque de ¨desregulación de los mercados¨, que fue uno de los factores nocivos desencadenantes de la crisis financiera del 2008.

A partir del año 2008 la Unión Europea ha estado aplicando medidas keynesianas para salir de la crisis, inyectando liquidez a la economía con un programa de expansión monetaria que ejecuta el Banco Central Europeo, mediante el cual realiza compras masivas de deuda. La realidad demostró que ese programa contribuyó en cierta medida a reactivar la economía de la eurozona y mantenerla a flote.

Por otro lado, varios críticos han venido sosteniendo enfáticamente que el problema que enfrenta Europa debe enfocarse como un problema de oferta y no de demanda, en cuyo caso el enfoque keynesiano no es la mejor opción. Obviamente que un enfoque de oferta es más difícil de implementar a través de simples medidas de política económica, siendo necesario el peso de la autoridad estatal, tal como ocurre con China Continental, que viene aplicando ese enfoque a su economía.


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