EL IMPACTO DEL ¨BREXIT¨ EN LA ECONOMÍA BRITÁNICA
Por: José Márquez Ceas
MBA y Economista
9 de septiembre 2018
El 23 de junio de 2016, el 52%
de los ciudadanos británicos determinaron a través de un Referéndum la salida
del Reino Unido de la Unión Europea (UE). La salida de Gran Bretaña de la UE es
lo que se conoce como BREXIT. La posibilidad de este retiro está contemplado en
el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que establece que cualquier Estado miembro
podrá retirarse de la Unión Europea 2 años después de haberlo solicitado
formalmente.
A 2 años de haber iniciado el proceso
del BREXIT es necesario evaluar los impactos de esa decisión sobre el Reino Unido, para lo cual analizaremos
el comportamiento de los tres principales indicadores macroeconómicos del Reino
Unido: el crecimiento económico (PIB), la inflación y el desempleo, y los
compararemos con los de la UE. Todos los datos cuantitativos para este análisis
se basan en las cifras publicadas por Eurostat, la principal entidad encargada
de recolectar estadísticas del grupo de 28 países que conforman la UE.
En materia de crecimiento
económico, a finales de diciembre de 2015 el PIB del Reino Unido aumentó un
0.70% con respecto al trimestre anterior de ese mismo año. En 2016, 2017 y
principios de 2018 hubo variaciones considerables. El menor incremento del PIB
en los últimos 2 años ha sido a inicios de 2018, con solo un 0.10%. En todo
caso, podemos concluir que a 2 años del triunfo del BREXIT, la economía
británica ha crecido todos los trimestres de 2016, 2017 y el primer trimestre
de 2018, que es el último cuyos resultados han sido publicados por Eurostat.
Pero, por otro lado, desde
finales de 2016 la economía británica ha crecido menos que el promedio de los 28
países de la UE, lo cual es significativo si consideramos que en 2015 el PIB
británico tuvo en general mayores tasas de crecimiento que las de la UE.
En cuanto a la inflación, calculada
sobre la base del índice de precio al consumidor, esta ha aumentado en general considerablemente
desde finales de 2015 hasta inicios de 2017, tanto en el Reino Unido como en la
UE, aunque durante este periodo las presiones inflacionarias han sido mayores
para los británicos. No obstante, la tasa más alta de inflación británica se
ubica en un 3% con tendencias a la baja. La conclusión es que el impacto que el
BREXIT ha tenido en la inflación británica hasta ahora ha sido relativamente pequeño.
En cuanto al desempleo, el Reino
Unido se encuentra mejor posicionado que la UE. Ambos han disminuido sus
números en este rubro significativamente desde 2015 hasta principios de 2018.
Sin embargo, la tasa más alta en este periodo ha sido de 5.5% para el caso
británico, mientras que para la UE ha sido de un 9.7%. Tanto la UE como el
Reino Unido, en marzo de 2018 han tenido su tasa de desempleo más baja desde
2015: 7.10% y 4.10%, respectivamente. De hecho, este es el porcentaje de
desempleo británico más bajo de las últimas 4 décadas.
Una eventual “fuga de talentos”
del país, el endurecimiento de las políticas migratorias entre ambas partes, el
recorte de contrataciones de empresas relacionadas con el sector financiero y
el clima de incertidumbre en materia fiscal a futuro debería contribuir
enormemente a la disminución del empleo total, y a un aumento en la tasa de
paro británica.
Pero el proceso del BREXIT no ha
terminado todavía. Oficialmente, la primera ministro, Theresa May, requirió oficialmente
la retirada británica el 29 de marzo de 2017, por lo que el Reino Unido quedaría
fuera de la UE el 29 de marzo de 2019. Sin embargo, en 2017 ambas partes
acordaron un periodo adicional de 21 meses, para una transición suave.
Es decir, el Reino Unido quedaría
completamente fuera de la UE hasta después del 31 de diciembre de 2020. Durante
este periodo, las partes mantendrán vigente los acuerdos comerciales y
continuará el libre movimiento de personas del Reino Unido a los países de la
UE y viceversa.
Sin embargo, hay un asunto
fundamental que necesita definirse cuanto antes y es: cómo se establecerán las
relaciones económicas entre la UE y el Reino Unido a partir de 2021. Existen dos
posibles escenarios: el denominado BREXIT-DURO
(hard-Brexit) y el BREXIT-SUAVE (soft-Brexit). Dentro de la primera
posibilidad, las relaciones comerciales entre la UE y el Reino Unido estarían
dictadas por las reglas de la Organización Mundial del Comercio, lo cual
significa que en promedio las tarifas arancelarias serían un poco mayores al
4.0%.
La segunda alternativa
implicaría mantener una relación estrecha entre las dos partes, similar a la de
la UE con Noruega. Sin embargo, la UE demandaría el libre movimiento de
personas en territorio británico (como en el caso de Noruega). Esto es muy poco
probable que ocurra porque la migración de Europa hacia el Reino Unido fue uno
de los puntos principales por los cuales la población británica votó a favor
del BREXIT, lo cual se vuelve todavía más relevante para los británicos frente
a los problemas actuales de inmigración que enfrenta la UE. Esto plantea una
tercera vía: un BREXIT con menores tasas
arancelarias que las de la OMC, pero sin la obligación del libre flujo de
personas.
En conclusión, podemos decir que
en el corto y mediano plazo el BREXIT no ha sido un evento catastrófico para la
economía británica como pensaban muchos economistas y analistas financieros.
Los principales indicadores macroeconómicos indican estabilidad en el Reino
Unido. Si bien ha habido una desaceleración, la economía ha crecido en cada
trimestre, sus tasas de inflación no han subido más allá del 3.0% y el
desempleo ha bajado a su máximo nivel de las últimas 4 décadas. Pero, con la
salvedad del desempleo, la economía británica ha estado por debajo del
desempeño de la Unión Europea en cuanto a los indicadores relativos al
crecimiento y la inflación. En estos aspectos, se podría especular con ciertas
bases que la economía del Reino Unido se habría comportado mejor si hubiera decidido
permanecer en la Unión Europea.
En cuanto al largo plazo es
difícil saber con exactitud las implicaciones y repercusiones económicas del
BREXIT. De cualquier forma, el panorama británico de los próximos años tampoco
luce tan desalentador. En el peor de los escenarios previstos ( el
¨hard-Brexit) en las relaciones comerciales entre la Unión Europea y el Reino
Unido se aplicaría tarifas arancelarias menores al 4.5%, lo cual podría
desacelerar hasta cierto punto la economía británica, pero no podemos decir nada
más sin entrar en el terreno de la especulación.
En todo caso, quiero destacar vehementemente
que han fallado todas las predicciones fatalistas de muchos economistas y
analistas financieros sobre el desastre económico británico debido al BREXIT, ya
que tales predicciones no se han aproximado ni remotamente a la realidad.