¨PEGASO¨, Y SU SIGNIFICADO SIMBÓLICO 2
Por: José Márquez Ceas
Según la
mitología helénica, Pegaso es el caballo blanco de alas doradas nacido de la sangre
que brotó cuando Perseo, hijo de Dánae y Zeus, cortó la cabeza de Medusa, la
más letal de las Gorgonas y la única que era mortal.
Las Gorgonas eran 3 criaturas terroríficas parecidas a dragones, cubiertas de
escamas doradas y con serpientes en lugar de cabellos.
Con la ayuda de Pegaso y usando la
cabeza de Medusa, Perseo pudo liberar a Andrómeda, hija del rey de Etiopía, que
había sido atada a una roca para ser devorada por el Kraken, monstruo marino también
conocido como Ceto, en castigo por haber disputado el premio de la hermosura a
las Nereidas.
Después de la saga con Perseo, la aventura
más conspicua de Pegaso fue con Belerofonte, hijo del rey Glauco de Corinto.
Belerofonte, ayudado por Pegaso,
pudo conquistar a la hija de Proteo, rey
de Argos, y aniquilar a la Quimera, monstruo que tenía cabeza de león, cuerpo
de cabra y cola de serpiente.
La mitología nórdica y la griega son
las más ricas y creativas de la cultura universal, tanto por la variedad de
personajes (dioses, héroes, villanos y criaturas fabulosas), como por la
cantidad de elementos fantásticos, que conforman en cada caso un universo
mágico que ha sido cantera inagotable de inspiración en la obra de poetas,
pintores, escultores, escritores y músicos, a lo largo de los siglos.
De acuerdo con la mitología nórdica, las walkirias, cuyo nombre significa
¨seleccionadoras de los caídos¨, eran mujeres guerreras --al estilo de las
amazonas griegas-- que servían al dios Odín y cabalgaban por el aire montando
caballos voladores, como Pegaso. La principal misión de las Walkirias era
conducir a los guerreros muertos en batalla, al Valhalla, el palacio que Odín tenía
en Asgard, la ciudad de los dioses. En la mitología
nórdica, Odín es el
rey de los dioses, y a la vez es el dios de la guerra y de la muerte, y también
el dios de la sabiduría, la magia, y la poesía.
El caballo del dios Odín se llamaba ¨Sleipnir¨ y podía volar, como Pegaso. ¨Sleipnir¨ tenía 8 patas, lo que le daba
una fortaleza y velocidad que ningún otro caballo poseía. Ese fabuloso caballo podía
llevar a Odín por tierra, mar y aire, y conducirlo hasta el Reino de los
Muertos retornando sin ningún problema.
La mitología
nórdica inspiró ¨El cantar de los
Nibelungos¨ que sirvió de base al músico
alemán Richard Wagner para componer ¨El
anillo del Nibelungo¨, la monumental obra musical integrada por cuatro
óperas épicas. La música y el libreto de esa
tetralogía fueron escritos por Wagner en el lapso comprendido de 1848 a 1874.
En un sentido profundamente simbólico Pegaso
y otros caballos voladores, como ¨Sleipnir
y los caballos de las walkirias, encarnan la aspiración del ser humano por trascender
el mundo terrenal y el apego a las cosas materiales, y remontarse hasta las regiones
celestes más elevadas, espiritual y poéticamente hablando.
Pegaso ha sido
fuente de inspiración fecunda para la poesía. El ejemplo más idóneo es el de
nuestro máximo poeta, Rubén Darío, padre del modernismo literario
hispanoamericano, quien no pudo sustraerse al influjo griego del caballo volador
y en ¨Cantos de Vida y Esperanza¨ le dedica un soneto simbólico, de rima
consonante, que dice:
Cuando iba yo
a montar ese caballo rudo
y tembloroso, dije: «La vida es pura y bella.»
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo.
y tembloroso, dije: «La vida es pura y bella.»
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo.
Sobre mi
frente Apolo hizo brillar su escudo
y de Belerofonte logré seguir la huella.
Toda cima es ilustre si Pegaso la sella,
y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.
y de Belerofonte logré seguir la huella.
Toda cima es ilustre si Pegaso la sella,
y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.
Yo soy el
caballero de la humana energía,
yo soy el que presenta su cabeza triunfante
coronada con el laurel del Rey del día;
yo soy el que presenta su cabeza triunfante
coronada con el laurel del Rey del día;
domador del
corcel de cascos de diamante,
voy en un gran volar, con la aurora por guía,
adelante en el vasto azur, ¡siempre adelante¡
voy en un gran volar, con la aurora por guía,
adelante en el vasto azur, ¡siempre adelante¡
El soneto de Darío sobre Pegaso, y una
pintura de estilo realista mostrando a Pegaso con las alas extendidas,
conduciendo a Darío por los aires (obra del pintor nicaraguense Mauricio Rizo) me recordaron el "Monumento al Canto a la Argentina, de Rubén Darío¨, obra del
escultor argentino José Fioravanti. Este monumento está ubicado en la Plaza
Rubén Darío, Avenida del Libertador y Calle Austria, Buenos Aires, República Argentina.
En la magnífica figura de acero, Darío aparece sentado, con un libro abierto
sobre las piernas, con la mano izquierda a la altura de la mejilla de ese lado,
y detrás de él, sobre una columna rectangular, Pegaso remonta su vuelo sobre una
cruz inclinada que tiene una estrella en cada una de sus cuatro puntas. En la
parte posterior del monumento está grabada una estrofa de seis versos referidos
a la bella ciudad bonaerense, tres de los cuales dicen:
¡Buenos Aires amada ciudad!
El Pegaso de estrellas herrado
Sobre ti vuela en vuelo inspirado